Ujieres
 

EL UJIER DE LA IGLESIA

“Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios
 que habitar en las moradas de maldad”
Salmo 84:10

Los ujieres de la Iglesia al faltarles la visión y la motivación apropiada, pueden ver su papel de ujier simplemente como el de un distribuidor de boletines, ajustador de termostatos, recogedor de ofrendas y dirigidor del tráfico durante la comunión. Pero aquellos que ven en su labor un ministerio, encuentran una mayor satisfacción.

            Los ujieres deben primero examinar los motivos que lo llevan a servir de ujier. Podrían preguntarse a sí mismos, “¿estoy haciendo esto con deseo y alegría, como un servicio a mi Señor, a mi Iglesia, o de mala gana porque no puedo dejar de hacerlo sin parecer como que no quiero ayudar?”. Los ujieres podrían hacer una lista del porqué sirven de ujier, ¿lo hacen ya por hábito, por deber o por coerción?
            El punto de partida apropiado para ser un siervo útil es una actitud apropiada hacia ese servicio.

            Una vez que los ujieres han determinado que en realidad han encontrado su llamado, deberían hacer otra lista para determinar cuán preparados y calificados están para este ministerio. Deberían aprender todo cuanto pudieran acerca de ser ujier, en general, y el método específico de operar de su clérigo e iglesia en particular. No deberían de sentirse solamente satisfechos con el entrenamiento para ujieres principiantes, sino que deben continuar observando a aquellos con más experiencia que ellos con el fin de aprender más y de mejorar más cada día.

            Comprendiendo que la primera cara que ven la mayoría de las personas que vienen a la Iglesia el domingo en la mañana es la del ujier a la puerta de la Iglesia, la persona envuelta en este ministerio querrá aparecer alegre, agradable y cortés, para así dar la preparación adecuada a la adoración de ese día desde el principio. Eso puede requerir ir a la cama temprano el sábado en la noche para así no estar cansado o enfadado el próximo día. El ujier querrá estar temprano en su lugar para así tomar suficiente tiempo para prepararse física, mental y espiritualmente. Naturalmente, la parte más importante de la preparación será dedicar tiempo a la oración y la meditación. La oración específica del ujier es algo de carácter individual, pero un bosquejo general de la oración podría incluir una ofrenda de si mismo al servicio del Señor, acción de gracias por la oportunidad de servir, y peticiones e intercesiones por el servicio de la Iglesia, incluyendo oraciones específicas por el clérigo y la congregación.

            Al llegar, el ujier examinará los termostatos (si aplica) y las luces, no como si fuera rutina, sino como parte del ministerio hacia los demás que vendrán a adorar. Él o ella verán la labor de distribuidor de los boletines como una forma de ayudar a los que vienen adorar a seguir el servicio religioso.
            La función de acompañar a las personas a las bancas vacías lo mas adelante posible, debe verse como una ayuda de cortesía a la congregación para que puedan ver y oír mejor.

            El ujier debe ser lo suficientemente sensitivo para observar cuidadosamente a aquellos que entran a la iglesia, para descubrir las caras nuevas, las que reflejan problemas o soledad. La sonrisa y el saludo amable del ujier puede hacer la diferencia, -un rayo de sol interrumpiendo el mundo a oscuras de alguna persona-, por lo tanto el ujier se alegrará sinceramente de ver a cada persona que entra.

Como un servicio a los que vienen por primera vez, el ujier querrá hacer un esfuerzo especial de ser amable, quizás  ayudándolos a encontrar las facilidades de la iglesia, llevándolos a tomar café después del oficio o presentándolos a las demás personas. A aquellos que parecen tener problemas, el ujier puede ofrecerles una palabra de consuelo, orar por ellos en silencio, o mencionar al sacerdote antes o después de la Eucaristía.

            El recoger las ofrendas será más que solo pasar el plato; será el llevar las ofrendas de amor de la congregación al Altar del Señor, comenzando con el ejemplo propio.

            Al indicar a los comulgantes, banca por banca, cuando ir al Altar a tomar la Comunión, será visto como una labor sagrada, hecha con dignidad y respeto de acuerdo a la santidad de la Santa Comunión. Será escuchar la admonición bíblica de hacerlo todo en la casa del Señor con “respeto y reverencia” Hebreos 12:28

            Al terminar la Eucaristía, los ujieres no se desaparecen rápidamente, sino que despedirán a los que salen. Un contacto, una sonrisa, una despedida, una palabra de amistad, serán todas ofrendas de sí mismos a otros, pero como si fueran ofrecidas al Señor.

            Aún las últimas tareas de recoger los boletines y de enderezar los libros de las bancas no serán vistas como una labor de sirviente, sino como una muestra de amor al mantener la casa de Dios arreglada y lista para aquellos que vendrán a adorar después.
            Los ujieres que ven su papel como una parte de la adoración total del domingo y que se dan a sí mismos a cada labor como si fuera un llamado santo al ministerio, no solamente enriquecerían las bendiciones dominicales de aquellos que entran y salen de la iglesia, sino que también enriquecerían sus propias vidas.